jueves, 12 de agosto de 2010

Del Bio-shock al síntoma




Un hombre con cáncer de recto viene a consulta. Encontramos que había tenido un conflicto muy importante con uno de sus hijos. Éste lo llama y le dice: “voy a llevar a casa a mi novia”. El padre le contesta: “¡Ah! bien, estoy contento, tengo ganas de conocerla”.

El hijo y su novia se reúnen a comer con toda la familia. El hombre está biológicamente en una realidad digestiva. Durante la comida, la novia agrede verbalmente a su hijo, le dice delante de todos, “¡comes como un cerdo,… no abras la boca…, se oye el rechinar de tus dientes,…!”.

El consultante me dice que la novia de su hijo “tiene un comportamiento asqueroso, sucio,… tenía la sensación de que se estaba cagando encima de la mesa,… pero con la boca, era muy vulgar…”. Pero se calló, su hijo la había escogido a ella y él ama a su hijo, …se calla,… este es el bio-shock, en una vivencia asociada a lo “podrido y sucio”.

Ocho meses más tarde, suena el teléfono, su hijo le dice: “papá, creo que te va a disgustar lo que te voy a decir, pero he roto con mi novia,…”. El padre dice “¡hay si, si, pobrecito!”, pero allí mismo se sucede la sanación emocional.

Hasta este día, no tenía problemas de salud. Empezaba su cáncer a nivel de colon, pero era asintomático. Tenía un poco de estreñimiento, pero no se daba cuenta de nada. El día después de la llamada de su hijo, empieza a sangrar por el ano, su cuerpo ya no necesita este tumor.

El sentido biológico de este tumor es hacer resbalar toda esta “suciedad”, fabricando más moco. Entonces ya no lo necesita porque ya no existe el conflicto, por lo tanto el cuerpo elimina el tumor. En el momento que ve sangre tiene miedo, va a hacer una consulta y le diagnostican cáncer de recto, pero estaba, desde la Descodificación en fase de reparación.

Después de la consulta, tiene un Conflicto de Diagnóstico detonado por la valoración médica, hace un Conflicto Autoprogramante y hace un Conflicto Bloqueante, que es el beneficio secundario: “mi otra hija, gastroenteróloga, se ocupará de mí…”

Hay que situar al consultante dentro de esa lógica biológica, verificando constantemente que no sea una simple hipótesis del terapeuta, y lo principal, buscando que el consultante actúe en un espacio de expresión diferente a la del lenguaje del cuerpo.

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